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¿DISNEY o De Beaumont?

Cuando voy al cine a ver una adaptación de un libro siempre pienso en qué tan fiel será y cuánto quitaron o cambiaron. Hace unas semanas se estrenó La Bella y la Bestia y, como toda persona que creció viendo los clásicos de Disney, corrí a comprar un boleto. Si no has visto la película no te preocupes que, en esta ocasión, no te hablaré de ella, eso lo dejaremos para otro momento.

Sentada en la sala no podía dejar de pensar en la versión del cuento del cual Disney saco la primera película animada. Gabrielle de Villenueve escribió, en 1790, la primera versión de La Bella y la Bestia, después Madame de Beaumont redujo la versión anterior de doscientas páginas a unas setenta aproximadamente.

La primera nos cuenta acerca de la hija del rey de las Islas Felices (sí, era un cuento para niños después de todo), quien se casa con un hada malvada que quiere matar a su hijastra, cuando el rey se entera la esconde en una familia de campesinos con siete hijos y siete hijas. Por otro lado el príncipe que será la Bestia crece sin padre, así su madre lo deja al cuidado de un hada, quien resulta ser la madrastra de Bella. Al crecer, el hada se enamora de él y le pide que se casen pero el príncipe la rechaza y ella por despecho lo transforma en bestia.

Después de la primera versión de la historia llega otra, contada por Madame de Beaumont: Bella es hija de un rico mercader con, seis hijos, tres varones y tres mujeres, dos de ellas son egoístas y mezquinas (¿les parece conocido?) y la otra es Bella. En un giro inesperado el mercader pierde todo su capital en un naufragio y la familia se ve obligada a irse a vivir al campo. Un día le avisan al padre sobre unos baúles rescatados del naufragio y debe ir al muelle a ver si alguno de ellos le pertenece pero antes de partir sus hijas le piden joyas y vestidos de su viaje y Bella, solo por pedir algo, le solicita una rosa. Al llegar al muelle, el mercader se entera que ni una de las cajas recuperadas es suya, así que emprende su camino de regreso, desdichado por no poder llevarles regalos a sus hijas, se pierde y ve un sendero que lo lleva a un castillo, decide pasar ahí la noche, en el interior encuentra una cena en la mesa del comedor y, en una de las habitaciones, la cama hecha; a la mañana siguiente, al despertar, nota que alguien lavó su ropa y la dejo lista para el día por lo que baja preparado para irse pero se encuentra con la mesa del desayuno puesta, después ensilla su caballo y antes de marcharse recuerda su promesa de llevar una rosa a su hija -al menos con un regalo podrá llegar-, va al jardín a cortar una y justo en ese momento aparece la Bestia, quien en todo el tiempo lo estuvo vigilando, le reclama su ingratitud a la hospitalidad dada. La versión de este cuento es muy parecido a la historia que conocemos, que nos han contado y hemos visto en la película animada de Disney, la diferencia radica en que en la versión de Beaumont Bestia no tiene un hechizo sino que él decide morir de amor porque Bella se ha ido.

La película comenzó y me trajo todos los recuerdos que sabía que evocaría, excepto por una que otra canción nueva, era mi infancia en la pantalla grande. La versión de Disney es algo diferente a la de Madame de Beaumont, mejor adaptada a los niños de estos días y sin el final tan sangriento que caracteriza los clásicos cuentos de hadas. Por supuesto que vale la pena leer La Bella y la Bestia de aquella señora que se dio a la tarea de reescribir una versión algo larga, y ver las películas para comparar los puntos en común y las discrepancias que existen, ustedes juzguen cuáles.

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