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Baratijas, tonterías y algo más

Hace un par de días tuve una plática nocturna con una amiga que es bailarina, me encontraba escuchando el pas de deux de El Cascanueces de Tchaikovsky (y no por culta, sino porque me lo recomendó Youtube) y cuando se lo hice saber a mi compañera en el insomnio, me dijo que ella prefería El lago de los Cisnes. Conforme fue avanzando la conversación, mi amiga remató diciendo “Es que tú no entiendes” y me envió un vídeo de una bailarina interpretando al cisne negro.

Todo esto me hizo plantearme lo siguiente ¿De verdad yo no entendía el arte? Es decir, André Derain dijo una vez que “El arte puede no ser inteligente, el arte es disfrute”, entonces ¿qué se necesita para entender a Tchaikovsky?


He escuchado a muchas personas quejarse (al igual que yo en aquellos momentos de la madrugada) sobre su incapacidad de comprender el arte, ya que se sienten con la necesidad de cubrir ciertos requisitos, conocer sobre estilos, técnicas, artistas. Inclusive en algunas incursiones a la Galería de Arte Contemporáneo –de nuevo el ocio triunfando sobre la cultura- he visto gente retroceder y dar la espalda a un cuadro o una escultura con la explicación “es que no lo comprendo”, cuando la realidad sería bastante más sencilla si escucháramos lo que dijo en alguna ocasión Henry Miller: “El arte no enseña nada más que el significado de la vida.”


¿No es esto último una idea reveladora? Creo firmemente que todos en algún momento de nuestra existencia nos hemos topado con alguna canción en la radio, una imagen o una frase que nos ha abierto los ojos, nos ha llenado huecos ¿y acaso nos hemos preocupamos en ese momento por comprender? No, probablemente no, en ese instante nos hemos interesado más en sentir. “Un arte que no se basa en sentimiento no es arte”, como decía Cézanne, y realmente ¿qué objeto tendría hacer arte si no te inspira nada?


Miré el vídeo que mi amiga me había mandado, vi a la bailarina danzar al compás de la música siendo un seductor cisne negro, pero por más que me esforcé seguía sin comprender y seguía prefiriendo El Cascanueces. Fue allí cuando me perdí y ya no supe si no entendía el arte, a Tchaikovsky o no entendía la vida, lo único que podía pensar era en las palabras de Ugo Foscolo “Corta es la vida y larga el arte. ¿De qué lado está usted?”


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