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El libro como algo más que un objeto

De acuerdo con la Real Academia Española (RAE) un libro es un conjunto de muchas hojas de papel que encuadernadas forman un volumen. Según las especificaciones de la UNESCO son necesarias 49 o más páginas para ser consideradas un libro. Pero realmente ¿qué valor se le da al libro?.

Más allá del número de páginas o de las partes que lo conforman (lomo, portada, contraportada etc.) un libro es mucho más que un objeto. Borges dice que, de los diversos instrumentos del hombre, el libro es el más asombroso. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono, es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa; el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.

El libro es más que sólo páginas encuadernadas, más que sólo lomo y portada.

El significado que damos a las cosas, va a cambiar dependiendo de la importancia que éstas tengan en nuestra vida. «Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados.» Escribió Ana Frank el 11 de julio de 1943. Para Ana, quien permanecía encerrada en un refugio escondida de los nazis, los libros eran su escape, una manera de olvidarse del encierro. «Exactamente como niñitos a quienes se ha prometido un juguete» menciona sobre la espera de los libros.

A lo largo de los años se le han dado diferentes valoraciones a los libros, en un principio se escribía para recordar, “las palabras se las lleva el viento” pero la escritura permanece, los libros eran vistos como el medio, un objeto en el que permanece la palabra oral. Me parece, que en nuestra época el libro es mucho más que eso, el libro sirve para mucho más que guardar cosas que se han dicho o pensado.

El libro trasciende la existencia, el fin con el que fue hecho, «Los objetos, enajenados, por sí mismos valen para algo más para lo que fueron creados» (Fernández, 2014).

Pero para qué sirven los libros, para qué sirve la literatura. Normalmente se piensa que la ficción literaria carece de otro sentido que el de entretener, que no tiene otra razón de ser, es cierto que la literatura de ficción se caracteriza por generar una experiencia estética, pero Jorge Volpi demuestra que la literatura de ficción sirve para mucho más que el goce. En su ensayo Leer la Mente dice que la ficción, además de proporcionar este placer momentáneo, es imprescindible para el desarrollo del individuo y la especie humana. En su tesis muestra cómo la literatura funciona como ejercicio para la mente y cómo ayuda a desarrollar el intelecto.

En algún momento mientras aprendía a leer, me perdí en los libros, y ya no me pudieron encontrar. Los libros, la literatura en específico, significan para mí más que el goce, más que la experiencia del momento, el tener un libro en las manos, poder meter la cara en él para olerlo, pasar los dedos sobre las letras o poder escribir en él mientras lo leo son satisfacciones incomparables.

Me gusta la literatura porque me transporta, me enseña, me hace sentir y algunas veces sufrir. Concuerdo con Borges cuando dice que el libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres.

Pero el libro tal como lo conocemos, es decir, el objeto rectangular de cartón o tela o cuero, dentro del cual hay hojas de papel cubiertas de signos, perdurará y prevalecerá durante mucho tiempo todavía, porque siempre habrá alguien que prefiera una relación de intimidad con un autor de esa manera, a través de las páginas que van cobrando vida mientras se abren. (Martínez, 2006)

Es en ese momento, cuando las páginas empiezan a cobrar vida, que dejo de ver el libro como un simple objeto, se convierte en este medio de transporte a mil lugares y épocas diferentes, es por estas razones, por el aprendizaje y por las sensaciones que me regala, que dejo de verlo como simple papel encuadernado.

A lo largo de mi crecimiento, diferentes libros han pasado por mis manos, algunos han dejado huella y otros no, tal vez algunas de mis elecciones no fueron las mejores pero las ganas de encontrar algo nuevo que leer nunca han desaparecido. Hace algunos años no me imaginaba que el “repertorio” de libros existentes fuera tan extenso, ahora me doy cuenta de que el tiempo pasa y no voy a ser capaz de leer un porcentaje significativo en comparación con los libros publicados y los que se publicarán a lo largo de mi vida. Pero comprendo que lo importante, es la manera en la que los libros me cambian, el impacto que tienen en mí.

«Tomar un libro y abrirlo guarda la posibilidad del hecho estético. ¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Qué es un libro si no lo abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si lo leemos ocurre algo raro, creo que cambia cada vez.» (Borges, 2014 ) De nada sirven los libros en los estantes, son sólo objetos. Pero qué pasa cuando los abrimos, cuando los leemos o los marcamos, el libro deja de ser este cubo de papel y cuero con hojas y se convierte en mucho más.



Referencias bibliográficas


Borges, Jorge Luis. Borges Oral. Madrid.: Alianza Editorial, 1998.


Fernández, Agustín. Nocilla Dream. Barcelona.: Editorial Candaya, 2003.


Frank, Ana. Diario. México D.F.: Editorial Porrúa, 2011.


Martínes, Tomás Eloy “El libro y no la espada fue lo que creó el país” La nación (Argentina) 21 de abril de 2006. 26 de octubre de 2016

<http://www.lanacion.com.ar/799206-el-libro-y-no-la-espada-fue-lo-que-creo-el-pais. >


Volpi, Jorge. Leer la mente. México.: Punto de lectura, 2015.





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