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Pierrot, le fou

Pierrot, le fou (1965) es un largometraje francés dirigido por Jean-Luc Godard. Fue producido por Georges de Beauregard, conocido por su colaboración en varias películas de La Nouvelle Vague. La fotografía estuvo a cargo de Raoul Coutard, equipo de Godard en muchas de sus películas, como Vivre sa vive (1962) y Une femme est une femme (1961). Es protagonizada por Jean-Paul Belmondo y Anna Karina. Está basada en la novela policiaca Obsession (1963), de Lionel White.

La primera vez que me senté a ver la película no presté mucha atención a los colores y las figuras. Hace poco, después de un dilema entre poner una película ya antes vista o una desconocida para mí, opté por reproducirla. Cuando ocurrió este segundo encuentro, a pesar de que apenas era una diferencia de un par de años con el primero, había enriquecido mi acervo de películas, reconocía el estilo de más directores y era un poco más consciente de algunas de las técnicas empleadas en la cinematografía. Es curioso cómo interpretamos cualquier obra de arte –una película, en este caso- dependiendo de nuestros conocimientos previos y el contexto que nos rodee en ese instante. Podemos afirmar que “la contemplación no sólo incluye las sensaciones, sino también la memoria, […] nuestra memoria relaciona las partes sucesivas de la composición.” (Tatarkiewicz, 2010).

La película comienza con Pierrot leyendo una crítica de arte sobre la obra de Velázquez:


Il errait autour des objets avec lʹair et le crépuscule, il surprenait dans lʹombre et la transparence des fonds les palpitations colorées dont il faisait le centre invisible de sa symphonie silencieuse. Il ne saisissait plus dans le monde que les échanges mystérieux, qui font pénétrer les uns dans les autres, les formes et les tons, par un progrès secret et continu dont aucun heurt, aucun sursaut ne dénonce ou nʹinterrompt la marche.[1]


Desde mi punto de vista, es como si Godard se reflejara en ese diálogo. Creo que Pierrot le fou es una película muy equilibrada. Una película es una estructura, además de ser una tripulación conformada por actores, espacios y música; es una fiesta muy bien planeada entre colores, luces, sombras y movimiento. Si se logra una pieza proporcionada, entre todas estas partes, el tiempo se encargará de mantenerla dentro de las películas de cajón que toda persona debe ver, como lo es Pierrot le fou, lo afirmaron diversas publicaciones en su momento (en periódicos y revistas como Candide, Combat, L'Humanite, Les Nouvelles Litteraire, Arts, entre otros).

Cuando se decide ver una película, se acepta una especie de sumisión ante lo que está por verse, es más sencillo dejarse guiar cuando se asiste a un cine, en comparación con verla en la televisión o en la computadora, pero no es excusa para entregarse al trance. Recordaremos la teoría del aislamiento de H. Münsterberg:


Debería permitirse que solo una única idea ocupara la mente sin dejar lugar en ella para nada más. Si se consigue esto, el resultado es claro: para el objeto, se trata de un completo aislamiento, y para el sujeto la completa inmersión en el objeto; y ése es, en efecto, otro nombre que se utiliza simplemente para referirse al deleite de la belleza. (Tatarkiewicz, 2010, p. 368)


En toda película hay detalles que no se aprecian a simple vista, es necesario introducirse por completo en ella, poner alerta la vista y el oído, para exprimirla e intentar comprender el mensaje esencial de la película. Sobre la teoría de la contemplación tenemos que:

Se trata de una percepción, pero de un tipo especial que es diferente de la normal (la cual, estando al servicio de la vida práctica, capta con el ojo o el oído únicamente aquellos rasgos que son importantes o necesarios en un momento dado). Es una percepción total, pasiva, concentrada que, como dice Schopenhauer, ‘se sumerge’ en el objeto, ‘llenándose’ de él, ‘convirtiéndose en su reflejo’.

Es entonces cuando los diálogos obtienen sentido, los movimientos (de los personajes, espacios y cámara) tienen significado, los colores resaltan, la historia conmueve.

En otro punto, es admirable la sutileza con la que Godard introduce la intertextualidad en la película (en su obra, en general). Incluso, cita directamente al autor que inspira la realización de Pierrot, le fou: L. White. También se menciona la obra César Birotteau de Balzac. Creo que estas referencias le dan más valor a la película, pues es como si se creara un mundo alrededor de ella, se extiende, el film funge como muelle y las referencias se encuentran ancladas a él.

Retoma, de la misma manera, temas como el la individualidad, la libertad y la aventura. Además de que contextualiza al espectador, conocemos de la vida parisiense de los 60s con ligeras pinceladas de crítica social, “no es el individuo, es un pueblo, un grupo social, una raza, una cultura, quien habla en esa obra” (Plazaola, 2007, p.306).

Respecto a los colores, sabemos que sólo podemos interpretar lo que conozcamos, le daremos un significado diferente si tenemos noción de su valor, Godard experimenta con el significado de los colores: rojo y violencia, azul y muerte, blanco la transición entre violencia y muerte. Los contrastes son totalmente emblemáticos del cine godardiano y, por ende, del cine francés. “Expresar esta visión interior reclama necesariamente una lengua especial, con sus estilismos y sus tecnicismos inherentes a la inspiración” (Pasolini y Rohmer, 1970, p.36)

Finalmente, el cine no es práctico, no es un objeto que coloquemos en nuestra casa con el fin de facilitarnos alguna tarea doméstica, ni siquiera es tangible. Sin embargo, todos en algún momento aceptamos abandonarnos durante 100 minutos para olvidar por un momento la realidad, el mundo que nos rodea. Nos sumergimos, sin equipaje alguno, entre historias, aventuras, países, idiomas, canciones. Es inigualable la capacidad de cautivarnos del cine. Recomiendo ampliamente Pierrot, le fou. Cuando se vive una buena experiencia lo más pertinente es compartirla.

Referencias:

  • Pasolini P. y Rohmer E. (1970) Cine de poesía contra cine de prosa, Barcelona: Anagrama Consultado en: http://biblio3.url.edu.gt/lmagica/cineprosa.pdf el 03 de diciembre, 2016

  • Tatarkiewicz, W. (2010) Historia de seis ideas. Madrid: Tecnos / Alianza Editorial

  • Plazaola, J. (2007) Introducción a la Estética. Historia, Teoría, Textos. Bilbao: Universidad de Deusto

  • http://www.mgar.net/cine/nouvelle.htm el 03 de diciembre, 2016

[1] “Flotó alrededor de cosas como el aire, como el crepúsculo, captando desprevenidos en las sombras brillantes los matices de color que transformó en el núcleo invisible de su silenciosa sinfonía. De ahora en adelante, capturó sólo aquellas misteriosas interpenetraciones que unían forma y tono mediante una progresión secreta pero incesante que ninguna convulsión o cataclismo podía interrumpir o impedir.”

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